TESTIMONIO DE ROCÍO
 
Enviado 28 marzo 2008 a 19:46 - www.enfemenino.com

Por lo visto el que yo contara lo que le pasó a mi hermana dio lugar a que ustedes empezaran a hablar al pedo sin saber cómo fue realmente la historia en realidad.
Yo tenía 23 años y ella 16, y me confesó que estaba embarazada, que estaba sola y que tenía mucho miedo, yo le dije que no se preocupara, y ella decía que nuestros padres se iban a poner furiosos y que tenía miedo de que la echaran de casa, y yo le dije que nuestros padres serían incapaces de hacer una cosa así, y que si en una de esas se atrevían a echarla, yo me iba con ella y le prometí que ni a ella ni a mi sobrino le iba a pasar nada, y que la iba a ayudar a hablar con nuestros padres.

Ahí parecía que se había tranquilizado, aunque todavía no habíamos encontrado el momento para decírselo a la familia. Pero a los pocos días, una tarde que llego de la facultad la encuentro tirada en la cama y sangrando. Cuando vi la caja de pastillas abierta en la mesa de luz me di cuenta de qué estaba pasando y la llevé de urgencia al hospital (estábamos solas en casa, mis padres no supieron en ese momento lo que pasaba). Más tarde, en casa, le pregunté por qué lo había hecho (no a modo de reproche, antes de que empiecen a decir cualquier cosa) y me contó todo: que le habían taladrado la cabeza con que no era un bebé, que el aborto no es un asesinato, que si tenía al bebé se iba a arruinar la vida y nos la iba a arruinar a todos, que no podía tener un hijo a esa edad, que era una egoísta por querer traer un hijo al mundo para que después nos tuviéramos que hacer cargo nuestros padres o yo. Mi hermana lloraba, estaba destruida, decía que era una mala persona, yo la abracé y le dije que no, que no era ninguna mala persona, porque no lo había hecho por maldad ni por egoísmo, sino por malas influencias que le llenaron la cabeza, que esas eran las malas personas y no ella, me hizo prometerle que no diría nada a nuestros padres y yo no sabía qué hacer porque cada día estaba peor. Cuando salíamos a alguna parte, veía una embarazada y lloraba, veía un bebé y lloraba, esas crisis eran realmente terribles y fue empeorando, se la pasaba encerrada en su cuarto y tirada en la cama, no quería salir, no quería comer, no quería ir al colegio, había perdido absolutamente las ganas de vivir. Intenté convencerla de que hiciera terapia pero ella a cada momento decía que lo único que quería era morirse, que era una mierda, que no merecía vivir, le decía que eso no era verdad y no me quería escuchar, yo no sabía qué hacer, pensaba en decirle a nuestros padres la verdad, para que así ellos trataran de ayudarla, pero por otro me daba miedo porque si mis padres se enteraban de que mi hermana abortó, se enojarían mucho y eso la hundiría más y sería peor.
Trataba de convencerla de salir, de ir al colegio, de hacer cosas, de tomar terapia pero todo fue en vano, y un día que nos levantamos a la mañana, el baño estaba cerrado con llave. Golpeamos la puerta del baño, llamábamos a mi hermana, no respondía. Mi papá fue a buscar las copias de las llaves, entramos y encontramos a mi hermana muerta. Fue muy fuerte, es algo de lo que todavía no logramos reponernos. Cuando la estábamos velando, les conté la verdad a mis padres y ellos se lamentaban, decían que por qué Ana no había confiado en nosotros, que por qué no había hablado con ellos antes, yo me sentí culpable por no haberles dicho la verdad antes a mis padres y por no haber sabido cuidar a mi hermana de las malas influencias que la llevaron a ese aborto y a esa depresión.

Hoy, después de casi 2 años, mal que mal aprendimos a vivir con eso pero no lo vamos a poder superar nunca, porque esa mierda que se llama aborto no sólo mató a mi sobrino, sino que también destruyó a mi hermana y nos arruinó la vida a mí y a mis padres. Para que vean, a mi hermana nadie la llamó asesina. Nunca. Por lo menos en nuestra casa. De lo único que puedo sentirme yo culpable es de no haber hablado con mis padres a tiempo y de no haber cuidado más a mi hermana de los que la llevaron a esto. Así que ahora, si van a hablar de mi hermana, háganlo sabiendo bien cómo fue todo y no conjeturando, ok?                               

Rocío

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CORREO ENVIADO A NUESTRO CONSULTORIO DE NO MÁS SILENCIO:

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Sent: Thursday, February 03, 2011 12:56 PM
Subject: aborto de adolescente


Todo empezó cuando tenia 12 años mi hermana mayor se kedo embarazada con 18 años y mi padre lloraba y lloraba y nos decia a mi otra hermana y a mi, llorando, ke nosotras no le hicieramos eso. Esa noche se tiro toda la noche llorando y yo con el, ya ke mi padre ha sido mucho para nosotras y yo he estado demasiado pegada a ellos. Yo empece a salir con un chico con 14 años, el que ahora es mi marido. Cuando tenia 15 años, bueno me faltaba un mes pa los 16, tenia un retraso de unos dias. De momento lo sospeche, ya ke soy muy puntual para el periodo. Enseguida se lo comente a el. No sabiamos lo ke hacer pero yo pensaba en el sufrimiento de mi padre, aunque tambien me gustaba la idea de tener un bebe. Yo le dije a el que la decision era de los dos. El dudaba tambien pero me dijo que eramos muy jovenes ya ke el tenia 17 entonces. Decidimos llamar y para el dia siguiente, la cita. Yo pensaba: soy menor de edad, si dicen de llamar a mi madre yo lo voy a tener, ya que yo lo hacia por ellos no por mi, ni siquiera porque eramos jóvenes. Hoy en dia el me dice que he renunciado a muchas cosas por ellos y es verdad. Me arrepiento mucho y me dice que el quiso por hacerlo mi y eso me duele mucho. Tengo que decir que mucha gente de mi alrededor lo habia hecho y yo pensaba que si lo hacian y estaba permitido es que no era malo. Me hubiese hecho falta información. Ademas mi madre en algunas conversaciones, segun que casos, el aborto lo justificaba. Ahora me doy cuenta que no se justifica con nada.

Bueno fui a la clinica. Yo no sabia ni me lo explicaron en que consistia. Si ke vino unas mujeres ha hablar conmigo y me dijo que podia tener problemas siquiatricos. Yo me asuste. No me imaginaba asta que punto podria ser grave lo ke estaba haciendo, pero enseguida salto la otra: si es una niña, es lo mejor. Despues me dice: eres menor de edad, necesitamos la firma de mi madre. Yo le dije que mi madre no lo sabia. Mi error fue no decirle que lo hacia por ellos. Yo les dije que porque eramos muy jóvenes. Bueno, despues dijo el precio que costaba. Yo le dije que si lo teniamos. Ella dijo que eso era confidencial y ke no sonaria por ningun lado. Despues me di cuenta que era delito lo que estaban haciendo ya que no lo podian hacer sin el consentimiento de mi madre en aquel entonces. Cuando me entraron para dentro tenia miedo y se me saltaban las lagrimas. Yo no queria mirar. Me dolia mucho. No me pusieron nada para el dolor aunque ese dolor es insignificante con el que senti después.

Bueno, ella dijo que estaba de unas tres semanas y que estaba bien agarrado. Eso es lo que mas me duele de todo. No se por que lo dijeron. Las lagrimas cada vez eran mas abundantes. Queria salir corriendo de alli pero dije ¿y como lo digo? En el momento que dijo ke habian terminado me senti como la mas miserable de no tener valor para decirle que yo lo keria. Me dijeron ke tenia ke volver para una revision. Yo no fui. Ellos tampoco me llamaron. Ellos se dieron cuenta que me arrepenti, ya que lloraba. No lo podia evitar. Cuando sali fui todo el camino llorando, diciendole a el que me habia llenado las manos de sangre. El me dijo que no pensara asi, que todavia no era nada, pero el tambien lloraba.

Fue pasando el tiempo y nos apoyabamos uno a otro pero no se hablaba del tema. El me dijo ese dia que no lo volvieramos a decir pero nada era como antes. Llantos ke no podia decir a nadie porque, tristeza en la mirada, un vacio grande dentro de mi y sentia repugnancia de mi. Pero con 18 años me quede embarazada otra vez. Se lo dije a el y esta vez enseguida a mi madre. No estaba dispuesta hacerlo otra vez. Yo lloraba porque decia: porque no tuve el valor la otra vez? porque no mire por el en vez de por mi padre? Cuando mi madre me veia llorar ella se creia que era que no lo queria tener y me dijo: si ahora mismo no es nada, si quiers lo abortas. Y yo dije no un rotundo no. Esta vez por nada en el mundo, dije para mi. Cuando la tuve me hizo feliz. Me dedique a ella. No saliamos. Keria ke siempre estuviera conmigo. Yo me centre en ella y le hice caso a mi pareja engañandome a mi misma, ke no era nada aun. Mucha gente lo hace y en eso no se piensa. Evitaba cualquier cosa en televisión. Decia: si lo pienso de otra manera no puedo vivir, y ahora mas, ke ya se lo ke se quiere a un hijo.

Con 22 años me kede embarazada otra vez y tuve a mi niño con mucha ilusion. Un dia estando en la cama con mis dos niños (nosotros dormimos con la tele encendida) me desperte sobre las 4 de la mañana con una noticia terrible: una madre habia matado a su hijo. Yo dije: como puede aver personas asi y pense: y si yo hice lo mismo! Me aterró. Yo abrace a mis niños y dije: no, yo no. Me dio mucha ansiedad.  Me levanteé. Pensé en quitarme la vida pero digo: que va a ser de mis niños con lo ke me kieren? ke van hacer sin mi?
 
Por la mañana parecia ke esa no era yo, ke era una pesadilla. No podia ni mirar a mis niños. Se lo comente a el y le cayo mal ya ke eso era un tema tabu. Yo seguia teniendo mucha ansiedad. Sentia desesperación. Fui a urgencias varios dias. Me pinchaban o me daban pastillas, pero ya me dijeron ke tenia ke ir a mi medico. Me tire varios dias vomitando. No me entraba la comida. Empece a refugiarme con mis niños a darles nada mas ke besos todo el dia, incapaz de decirle lo ke hacian mal. No me veo con derecho sobre ellos. Rezo en cada momento ke tengo y le digo muchas veces a Dios: perdoname, no sabia lo ke hacia. Un hijo es lo mas maravilloso de la vida. Fui a confesarme a la catedral y el me dijo lo que ya sospechaba: habia destruido una vida. Se me vino el mundo abajo. He adelgazado muchisimo. Solo pienso en lo que hice. A los dos dias de esa noticia pude arrancar a llorar y desde ahi no paro. El se enfada de verme asi y me dice ke si siempre va a ser asi. Siento ke esta vez no me apoya. Me chilla, me pone peor, aunque me dice ke por favor ke no lo piense, pero no puedo evitarlo. El dice ke el se pone bien si yo me pongo bien. Eso es ke me kiere, digo yo. A raiz de ahi me pongo mucho mala con fiebre. Creo ke es del sufrimiento. Un dia ke estaba llorando, mi niña me dijo: mama me da pena de ti, con las lagrimas saltadas, y dijo: no te preocupes yo estoy aki contigo. Ella tiene ahora 5 años. Ahi comprendi ke no puedo estar asi, lo tengo ke hacer por ellos. Intento no llorar delante de ella. Ella me conoce alegre, Volvi a pedirle llorando y por favor a mi marido ke me ayudara. El me dijo ke nadie me puede ayudar nada mas ke yo misma. Desesperada se lo conte a mi madre en contra de el, ya ke se enfado. Ella empezo a ponerme ejemplos, decia ke todavia no era nada y me dijo de muchas personas ke lo habian hecho. Vi que no me comprendia, pero por lo menos me escuchaba y no se enfada. Empece a meterme en internet y vi lo ke la gente piensa de nosotras y no es para menos, pero yo y muchas de nosotras nos meteriamos a la peor de las torturas llegando a la muerte si nuestro bebe volviera. Siguiendo mirando por internet encontre la oracion de la sanacion y la misericordia ke leo todas las mañanas y por las noches y me da un poco de paz. Yo no me puedo perdonar pero espero ke Dios y mi bebe me perdonen algun dia. Yo digo ke me hizo falta informacion y concienciarme ke lo ke llebaba dentro era una vida y kitar la vida no se hace por nada ni por nadie. Yo me digo muchas veces ke ese maldito dia me tenia ke haber muerto con el y maldigo mis 15 años y la inexperiencia. Lastima ke primero seamos jóvenes. Muchas cosas cambiarian.
EL NO TENIA CULPA ahora solo me queda de el un gran vacio y dolor

 

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Sent: Tuesday, February 08, 2011 6:53 PM
Subject: otra cosa

se me olvido contarte que cuando me quede embaraza a los 18 años y fui al medico no te imaginas delante de mi madre y todo lo que me pudo decir que si nos gusta mucho que ahora que iba a hacer con un niño que sus hijas eran estudiantes y prudentes bueno pa decir que me sali llorando aunque si me dijo que ahora que me aguntara pero que ya lo tenia y eso ya no lo dude no crees que deberia de haberme hablado con mas respeto y dandome animos yo creo que traer un hijo al mundo no es motivo para humillarme en esto me refiero a la sociedad que ahora como la gente se casa a los treintitantos se asienta y dicen ahora voy a tener un hijo y le sale redondo y eso si esta muy bien visto  cuando te sales de ahi ya eres un bicho raro,aki le paso a una niña de 13 años y por verguenza la madre de ella decidio que abortara eso es justo como somos un pueblo pequeño todo se sabe y la niña lo ha dicho por todos lados aunque la madre lo haya querio tapar con esto kiero decir que tambien deberiamos ser mas flexibles y no hundir socialmente a los que no hacen las cosas como la sociedad parece que establece sobre todo en pueblos pequeños como el mio todo esto es mi opinion personal yo cuento el mundo que yo vivo no es mi intencion juzgar ni mucho menos a nadie yo lo ke kiero que un niño cundo venga no sea motivo de fracaso ni de verguenza sino de alegria eso es lo ke me tenia ke haber dicho a mi ke cuando un niño te dice mama te kiero se olvida todos los momentos malos cuando no tienes a ese niño no hay  alegrias echas de menos que un te kiero te quite la tristeza pero un te kiero de ese niño ke echas de menos porque aunque tengas mas hijos cada uno tiene su lugar,sabes pilar me da pena decirte esto porque yo ke lo he echo y se la culpabilidad ke cargo cuado hacen algo mis niños ke me da alegria yo lo tengo presente y digo eso lo podria hacer tambien el, nada mas ke comparando todo el dia y es muy duro decir no lo hace porque yo no le dao lugar en mi vida en ese momento me desprecio sabes bueno hoy me he desahogado un monton porque hay tantas cosas que llevo tanto tiempo queriendo decir que parece mentira que las este contando

un abrazo

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----- Original Message -----
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To: consultorio@nomassilencio.com
Sent: Wednesday, October 08, 2008 8:03 PM
Subject: AYUDA!

hola,
por donde empiezo, creo q por la verdad.
tengo 25 años, mi nombre es E..... , vivo en …… , costa rica, centroamerica. y llevo todo un baul de recuerdos, remordimientos, ataduras, malas decisiones, autoculpa, desgracia, asco, verguenza, dolor, sufrimiento, heridas sino es q ya se hicieron llagas, amargura, tristeza, depresion, wow, asi podria seguir. pero creo q ya noooooooo puedo seguir con esto, NO MAS... es cansado, tedioso, repugnante, enfermizo. cuantas lagrimas tengo amarradas en mi pecho y q no quieren salir, porq se volvieron adictas a ese dolor..
a los 19 años me practique mi primer aborto, crei q mi familia no lo iba a tolerar, su hija mayor, q venia de un hogar cristiano, en fornicacion... y ahora embarazada, crei q a mi mama le iba a dar algo al conocer la noticia, asi q convenci a mi novio de comprar unas pastillas para abortar, NUNCA me imagine en lo q me estaba metiendo, traje el infierno a mi vida, un infierno viviente..

a los 4 meses sucedio lo mismo, solo q esa vez fue mi novio el q decidio q yo abortara, por ¨temor¨a el bebe saliera con alguna enfermedad congenita por el primer aborto. a los 23 años volvi a qdar embarazada del mismo hombre. mi familia ya sabia del primer bebe y de este pero fue taaaaaanto el problema, q no queria traer a una criatura a vivir un infierno y decidi practicarme mi TERCER ABORTO. 3 bebes? Q MADRE HACE ESO?!?!?!?!?!?! yo lo hice.. mi sonrisa se ha apagado, mis ojos han perdido el brillo, y eso q creo q Dios me puede ayudar. pero se q el proceso me va a doler y por lo mismo lo he postergado tanto. les digo algo.. NO PUEDO SEGUIR ASI... ya mi alma no lo aguanta, mi cuerpo no lo aguanta, mi mente no lo aguanta, mi vientre no lo aguanta y ahora ANHELO el m omento de volver a tener un bebe preo me da miedo fracasar como madre... soy estudiante de Medicina, ironico no!!! y me ha afectado las clases de embriologia, y ahora q estoy rotando por segunda vez en el departamento de Pediatria, mi corazon se desvanece, y sufre.... me duele al ver un recien nacido, pienso en los años en q tendrian mis hijos y como serian, HERMOSOS por cierto, y cada vez q puedo les ppido perdon por haber hecho lo q hice.
ese es mi caso, quisiera ver si tienen alguien en costa rica a quien pueda acudir o si me puedo contactar con uds por telefono o como... pero el grito de AUXILIO q mi alma gime es intenso..
le agradezco haberme escuchado.
bendiciones

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Carta de un padre a su hijo abortado 

Querido hijo:

Al empezar a escribir estas líneas me asaltan las lágrimas, y también la alegría de hablar contigo. Por fin. Hace doce años. ¿Recuerdas? Yo he estado intentando olvidar, intentando apartarte de mí, de mi vida. Sin saber que, para ello, tenía que adormecer, que anestesiar, que matar en definitiva, una parte de mí. La parte más bonita de un ser humano: la parte de nosotros que ama, que se emociona, que se ríe, que se alegra, que ve el futuro con esperanza y optimismo. Esa parte de mí quedó cubierta por una especie de nube negra el día que me faltaste y decidí que “mejor no hablar de ello y tirar para adelante”.

       ¿Sabes que nunca había imaginado que se podía ser tan feliz como cuando tu madre me dijo que estaba embarazada de ti?. Y eso que también sentí mucho miedo. Tu madre y yo éramos estudiantes universitarios, y apenas nos conocíamos. Pero cuando ella me dijo que estabas creciendo dentro de su vientre, sentí que, por primera vez en mi vida, había hecho algo realmente importante: engendrarte. Por primera vez en mi vida, conocí la maravillosa sensación de querer a alguien más que a uno mismo. Porque gracias a ti entendí, en el momento que tu madre me dijo que estaba embarazada, para qué venimos a este mundo: para Amar.

       Querido hijo: Todo fue demasiado rápido y demasiado confuso. Tu madre decía que no podía “tenerte” (¡si ya te tenía!) porque no quería decepcionar a sus padres. Fíjate en qué mundo tan raro vive tu padre: han lavado el cerebro a la gente para sentirse mal y sentirse culpable ante un embarazo, ante un hijo, ante la mayor alegría de su vida. Tu madre estaba preocupada por haberse quedado embarazada; yo estaba preocupado ante la posibilidad de que dejase de estarlo y tú ya no estuvieras. Ya conoces la cantidad de excusas y mentiras que han enseñado a muchas mujeres (y hombres) a decir cuando hay un embarazo: que si te “arruina la vida”, que si “no es el momento”, que si “ya tendrás tiempo más adelante” (como si pudiéramos haber hecho una fotocopia tuya)...

       Querido hijo: Todo eso es mentira. Tú no arruinaste mi vida. Me diste la razón para vivir. Cuando me enteré de que existías, me sentí capaz de todo. Por ti. Capaz de cualquier cosa, de cualquier sacrificio para darte todo lo que necesitases. Hubiera sido feliz de poder dejar mi cómoda vida de estudiante desocupado para poder alimentarte y acunarte por las noches.

       Aún recuerdo, ahora con rabia por no darme cuenta entonces, el desencanto que sentí cuando incluso el psicólogo que me trataba por una mala racha que llevaba, hablaba de tu existencia como una simple “opción”, y me recomendaba que no pidiese a tu madre que se apiadase de ti, sino que simplemente callase y “estuviese a su lado”. ¡Cuánta frialdad, hijo mío! ¡Cuánta frase estereotipada para lavarse las manos y parecer “modernos”! Que no intercediese por ti ante tu madre... Ante el mismísimo diablo lo hubiera hecho si hubiera podido y hubiera hecho falta, para salvarte. Tu alma por la mía. Tu vida por la mía. ¡Cómo permanecer impasible mientras se hablaba de matar al hijo de mis entrañas!

        A nadie le hace gracia un embarazo no planeado. Pero yo tuve la inmensa fortuna de haber sido criado aprendiendo la importancia de querer a los hijos por encima de todo: por encima del miedo, de los imprevistos, de las incomodidades, de las penurias incluso. No sé cómo explicártelo porque es muy difícil, pero tus abuelos consiguieron, sin decírmelo nunca con palabras, que supiese y entendiese que nada tiene sentido ni valor sin la familia y sin los hijos. Ninguna carrera ni doctorado en ciernes. Ningún futuro económico o profesional puede sustituir a un hijo, por brillante que sea.

        Querido hijo: Tu madre no tuvo esa suerte. Ella se crió en otro tipo de hogar. En un hogar donde las apariencias, el fingir éxito y el ajustarse a unos planes (en los que tú no estabas incluido) era más importante que los hijos y la familia. Sabes que le imploré por ti. Incluso le pedí que, si la idea de saber que estabas con alguna persona conocida que no fuera ella misma  (conmigo o con tus abuelos) le resultaba difícil de aceptar, que te dejase vivir para darte en adopción. Tampoco me importaba saber que no te vería nunca si así conseguía que vivieses.

         Yo, que no quería saber nada de Dios porque me parecía una especie de aguafiestas que se dedicaba a prohibir todo lo que me gustaba, me pasaba el día rezando en silencio, pidiendo un milagro. Pidiendo que lo que tu madre decía que pensaba hacer (que “tenía” que hacer, decía ella para intentar justificar lo injustificable) no fuese más que un mal sueño y que dentro de algunos meses pudiera tenerte en mis brazos, besarte, oler tu piel, verte llorar o mirarlo todo con la cara de curiosidad que ponen siempre los recién llegados.

        Querido hijo: Dicen los Evangelios que “todo es posible para el que cree”. Perdóname si no tuve la suficiente Fe para que Dios pudiese obrar el milagro. Tu madre, finalmente, cogió un autobús para marchar a otra ciudad. Me pidió que no la acompañase. Y yo no lo hice porque se puso como una fiera. No dejo de pensar si quizás intercediendo por tu vida hasta el último momento hubiese conseguido algo. Creo que yo también me dejé influenciar por la jerga engañosa y políticamente correcta de que tu vida y tu muerte eran “una decisión que había que respetar” y, al final, decidí no ponerle “las cosas” más difíciles a tu madre. Ahora creo que mi obligación como padre era ir hasta las mismísimas puertas del infierno y, si era necesario, cortar las tres cabezas del mismísimo Cerbero para intentar defenderte, y molestar a quien hubiera hecho falta (incluso a tu madre) si con ello había una mínima oportunidad de que vivieras. Perdóname si no lo hice. Tu madre y yo dejamos de vernos poco tiempo después. Ya nada fue lo mismo. ¿Cómo iba a serlo? Tu madre y yo nos dedicamos a fingir que no había pasado nada (¿acaso no actuaba así todo el mundo? ¿acaso no es lo que finge toda la gente que hace lo que te hicieron a ti?). Y toda esa parte tan maravillosa de mí que ni siquiera sabía que existía hasta que tú apareciste, se fue adormeciendo. Incluso tuve que adormecer otras partes de mí para intentar autoconvencerme de que no había ocurrido nada realmente importante (así actuaba tu madre y yo creí que era la mejor forma de afrontarlo).

         Pocos meses después, cuando tu madre y yo hacía tiempo que no nos veíamos, me encontré con ella por los pasillos de la facultad. Por fuera del jersey asomaban sus muñecas vendadas. Y me contó que se había intentado suicidar. Otra vez. Que había estado ingresada. De nuevo. Y, aunque no me lo dijo (y no me atreví a preguntarlo) intuí que otros hermanos tuyos habían corrido, anteriormente, tu misma suerte. Dos años más tarde, me atreví a contarle la historia de tu madre a una conocida que se había hecho psiquiatra. Y me lo confirmó, pero sin querer decir mucho más: que muchísimas mujeres se arrepentían de abortar. Que la mayoría sufren lo indecible. Y que la mayoría lo hacen en silencio porque no se atreven a confesar que se sienten fatal por haber hecho algo que nos presentan como si fuera lo más moderno y lo más sofisticado que existe y que, sin embargo, no es sino la equivocación más grande que puedes cometer en la vida: matar a nuestros hijos. Como si matar a tu hijo te convirtiese en algo parecido a las pioneras de la minifalda en los años 60.

                    Querido hijo: Pasaron los años. Tu padre siguió adelante con sus estudios y su trabajo. Y, sin darse cuenta, se convirtió en un cínico egoísta que no confiaba en nada ni en nadie. En una especie de sombra de sí mismo que no entendía el vacío que se había apoderado de él, y que buscaba la felicidad que nos negaron en fiestas y, sobre todo, en otras mujeres. Ahora me parece que algo dentro de mí me impulsaba a buscar otra mujer a quien dejar embarazada, pero yo pensaba que, simplemente, yo lo que quería era “olvidar mis complejos y el pasado” y “disfrutar de la vida”. El resultado fue que varias de las mujeres con las que estuve recurrieron a una píldora para que, si alguno de tus hermanos aparecía por allí, acabase yéndose por el retrete.

          Querido hijo: Cómo nos manejan... Cómo nos engañan... Cómo nos toman el pelo... Han conseguido convertirnos en una especie de ejército de zombies avergonzados de haber acabado con la vida de uno o varios de sus hijos (yo no sé ni siquiera cuántos...). Y la vergüenza lleva al silencio. Y el silencio perpetúa el drama. Somos como los protagonistas del cuento del emperador que iba desnudo por la calle mientras la gente elogiaba su traje, porque nadie se atrevía a decir la verdad (porque si la tele no la cuenta, dudamos de si será verdad o no, de si no seremos los únicos que nos damos cuenta de lo que es obvio para todos, y nos da miedo ser los primeros que gritan que el emperador va desnudo).

         Querido hijo: Al cabo del tiempo, tu padre conoció a una mujer maravillosa, con la que se ha casado. Al año y medio de casarnos, nació tu hermano. El primero de mis hijos que he podido estrechar en mis brazos. Cuando me lo entregaron por primera vez para que lo tuviera y lo pudiese ver, me puse a llorar  delante de todos. Y su madre y yo nos acabamos de enterar de que vamos a ser padres de nuevo.

       Querido hijo: No sé por qué, pero hace algunas semanas me metí en un foro de internet donde escriben personas (sobre todo mujeres) con experiencias parecidas a las de tu padre. Yo leía sus historias y pensaba que, afortunadamente,  a mí no me pasaba lo mismo porque yo había hecho todo lo posible por salvarte. ¡Qué equivocado estaba...! De pronto caí en la cuenta de que no pude sentir con tu hermano la misma alegría que sentí contigo cuando tu madre me contó que estaba embarazada de tí. Ni con este otro que viene ahora de camino (bueno, ya está aquí). Y me pregunté por qué. Y me dí cuenta que tuve que enterrar parte de mi alma bajo toneladas de cinismo para creer que tu prematura marcha no me había afectado (porque se supone que no te puede afectar algo que “todo el mundo hace”). Y recordé que, antes de tu pérdida, yo era un comodón holgazán, pero veía la vida con optimismo y con alegría. Y que, desde que tú no estabas, vivía con una especie de nube negra a cuestas que no me dejaba disfrutar de las cosas y a la que me había acostumbrado como si fuera parte del paisaje.

                    Querido hijo: En el foro donde leo las experiencias de estas personas que echan tanto de menos a sus hijos y que han abierto los ojos, leí cómo algunas personas fingen que no les afecta porque nunca hablan de ello, aunque sí se les nota porque su personalidad cambia y se vuelven más egoístas, más insensibles , más sarcásticas y más desencantadas con todo (como le pasó a tu padre). Y que algunas, al cabo de muchos años, por fin son capaces de hablar de ello. Y se dan cuenta del por qué de ese sufrimiento interior sin nombre. Y lo confiesan. Y me di cuenta de que era uno de ellos.

        Querido hijo: Tú no eres un recuerdo lejano. Eres mi hijo. Mi hijo, el que murió hace doce años y al que siempre he tratado como si nunca hubiera existido. Perdóname. Tu abuela dice siempre que no hay mayor pena que perder a un hijo. Y, a veces me he preguntado por qué a mì no me pasaba. Y es que la pantalla que puse sin darme cuenta entre tú y yo para escapar de mi sufrimiento me impedía sentirte como te sentí entonces: como mi hijo. Como una persona que, para mí, era más importante que yo mismo.

                 Querido hijo: Desde que he empezado a hablar contigo, y a tratarte otra vez como mi hijo, veo a tus hermanos de forma diferente. Y veo el embarazo de tu hermano pequeño de otra forma. Ya no lo veo como si le estuviera pasando a otro. A medida que sale el dolor de tu pérdida, asoma también la luz de la alegría por tus hermanos. Y por ti. Y ya no me siento avergonzado, sino orgulloso. Orgulloso por no haber hecho caso a los que me pedían que no “le pusiese las cosas más difíciles” a tu madre, y haber implorado por tu vida al punto de ponerme de rodillas delante de ella en un parque, a plena luz del día.          
                   
          Querido hijo: Tengo un libro que se llama “La Biblia”. Y he leído en algún sitio que Dios os quiere tanto (nos quiere tanto a todos) que, incluso aunque una madre no se compadezca del hijo de sus entrañas, Él nunca se olvida de nosotros. Imagino que tú lo sabrás mejor que yo, que lo tienes más cerca. Pedidle en nuestro nombre que ponga en nuestras mentes las ideas, en nuestros corazones el valor y en nuestras bocas las palabras necesarias para abrirles los ojos a los que, por comodidad o por ignorancia, los tienen todavía cerrados. Y a recordarles, aunque no les guste al principio, que sí estuvisteis aquí con nosotros, aunque fuese por poco tiempo. Porque os querremos siempre. Porque siempre os hemos querido, aunque os hayamos negado a veces, como hizo Pedro con Jesús. 

          Querido hijo: Ahora estás con El que te creó a Su imagen y semejanza. Con el que formó tus entrañas; con El que te hizo en el vientre de tu madre; con El que te hizo en secreto, El que te entretejió en lo más profundo de la tierra. El que vio tu sustancia y que ya tenía diseñadas todas tus partes incluso antes de que se formasen.

          Querido hijo: ¿Sabes lo que dice también este libro de vosotros? Que sois un regalo de Dios. Que sois Su recompensa, (y no su castigo, como dice algún político muy conocido que ha ganado unas elecciones hace poco en los Estados Unidos). Que sois como saetas en manos de un guerrero valiente. Y que el hombre que llena de estas saetas su aljaba, nunca será avergonzado por sus enemigos. ¡Qué vacía quedó mi aljaba sin ti! ¡Y cómo me avergonzaba por ello!. También dice que no cae un pajarillo de un árbol siquiera sin que Dios lo sepa. Y le pregunto por qué permite que caigáis vosotros. Y me responde que habéis dado vuestra vida para que otros abramos los ojos y se los abramos a los demás. Y que tenemos la obligación de hacer que vuestra muerte no sea en vano, sino que se salven cien vidas por cada uno de vosotros, o más si hace falta.

          Querida saeta: Este 28 de Diciembre te recordaré como te mereces. Como un hijo que aunque vivió muy poco a nuestro lado, fue amado, querido y deseado tanto como cualquier otro. Como un hijo que mereció que se luchase por él. Como un hijo al que se le echa de menos cada día (tu madre también, y tú lo sabes). Como un hijo del que me siento orgulloso y que será conocido y querido por sus hermanos, y por el resto de su familia.

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"Aborté porque me sentí acorralada como un animal” 

Susana CB escribe su valiente testimonio a los Eurodiputados tras conocer a través de esa Web el informe Sandbaek. A pesar de que la regulación del aborto no es competencia de la Unión Europea, el informe Sandbaek sobre «Salud y países en desarrollo: derechos en materia de reproducción y de sexualidad» puede ser adoptado por del Europarlamento. Dicho informe, entre otras medidas, a cada cual más disparatada, incluye la posibilidad de pagar los abortos en los países del tercer mundo con el dinero destinado a los presupuestos dedicados a las ayudas al desarrollo. Esta es la valiente carta de Susana a los Eurodiputados:  

Cuando he leído este informe me ha dado un vuelco el corazón, espero que entiendan el por qué de este sentimiento que se ha hallado en mí cuando, a continuación, les describa mi experiencia sobre este tema y mi deseo de que consigan ponerse en la piel de todas las mujeres que hemos sufrido este irremediable error que cometimos un fatídico día.

Hace tres años tenía la edad de 23, estaba viviendo como cualquier joven de esta edad las experiencias que esta sociedad prometen ser las mejores. Sin una mentalidad formada aún, porque a diario recibimos tanta información de diversas cosas que no llegas a distinguir lo que deseas realmente de tu vida y de tu persona. No te dan tiempo a pensar, únicamente te dedicas a vivir manejada como marioneta por la mano de los hombres que forman las sociedades.

Pues bien, al no tener esta formación y vivir superficialmente, me quedé embarazada. Mi mundo, el que ya no existía desde hace unos años, desde que exactamente creí poder ser independiente del seno familiar porque así me lo hacia entender todo lo que me rodeaba, ese mundo de ficción se me hundió, me sentí acorralada como cualquier animal que se siente acechado por otro ser mucho más fuerte el cual puede aplastarte...

Cuando te ves en esta situación se experimenta un pavor, que no deseo a nadie, actúas de modo que ya no eres tú , pierdes toda identidad y empiezas a ser esas personas a las que pides ayuda y te buscan soluciones ... Una de las soluciones que me dieron fue el aborto (aunque aquí es ilegal y espero siga siendo) al verme en esta situación en la que no aprecias ya nada de ti ni de tus valores, con tantísimos miedos, aceptas y apruebas a deshacerte del problema (de una vida) lo más rápidamente posible y, muy a pesar mío, aborté.

Sí, me deshice de mi problema, de la vida que podría haber sido si yo no hubiera intervenido, y ahora me toca vivir con el pesar de mi corazón y de mi persona al descubrir lo miserable que se puede llegar a ser por el propio egoísmo y la propia comodidad. Ahora siento no haber tenido una mano en mi hombro que me hubiera dicho que no tuviera miedo, que adelante con lo que la verdadera vida te regala y que se es más feliz con la vida de otra persona a tu lado que no con tan solo la tuya, aunque se pasen calamidades o aunque solamente puedas vivir unos escasos años cerca de las personas y, sobre todo, cerca de la de tu propio hijo.

Si hay alguien de la que yo estoy orgullosísima es de mi madre, la cual me dio la vida, aún sabiendo que mi vida le traería problemas, pero me quiere con locura y ese amor que he recibido durante todos mis años no se puede arrancar, ni por el hambre, ni por la miseria, ni por las guerras, ni por todas las situaciones de este mundo por las que se puedan atravesar. El Amor es único, tan único que es lo que se necesita para querer vivir y dar la vida.

Con este testimonio quiero expresar al mundo mi doloroso arrepentimiento y el penar de mi decisión de ese DÍA para el resto de mi vida. Sólo la persona que llega a hacer tal cosa es consciente de tal horrible error.

Desearía con todo el amor de que soy capaz de expresar, que meditaseis sobre esta cuestión y por el Amor de Dios, no seáis partícipes de lo que puede llegar a ser el destrozo y despedazamiento de la vida de dos personas, madre e hijo/a. El problema de los países subdesarrollados no es concienciar a estas personas de que el aborto es la única solución (todos en el fondo de nuestra alma sabemos que no es cierto). Por favor, no les hagáis tener más problemas de los que ya tienen, los que son evidentes: problemas físicos. Y ahora podréis conseguir que tengan problemas que no llegaréis a apreciar: los psíquicos. Hay muchas más soluciones que podremos encontrar si partimos desde el amor hacia los más pobres, y que sin duda alguna serán las soluciones más inteligentes.

                                                                                                        Susana CB  

carta tras un aborto